Por D. Juan
Antonio Martos Moreno
Capítulo IV
El
lunes, martes y miércoles Santo, son días de preparación inmediata al Triduo
Pascual.
MIÉRCOLES
SANTO
La
“Cofradía de los JÓVENES”, con más
de 200 hermanos cofrades, pasea por las calles de nuestro pueblo al “Cristo de la Vera Cruz”.
En
la oscura noche de Getsemaní el discípulo traicionaba a su maestro y, al ritmo
lento del tambor, Jesús traicionado se aleja y pasea por las calles, lleno de
dolor y sufrimiento y, sin embargo, nunca guarda rencor ni odio hacia aquellos
que lo han condenado.
¿Cuántas veces hemos engañado a nuestros
iguales, cuántas veces les hemos traicionado? ¿Cuánto
dolor le hemos hecho a nuestro prójimo con la indiferencia, el egoísmo, la
envidia o la crítica? ¿Por qué nos
fijamos en la paja que está en el ojo de nuestro vecino y no advertimos la viga
que está en el nuestro?
Oí
hace bastantes años, a una edad muy temprana, decir en los ejercicios
espirituales de cuaresma de 1.964, a D. Pedro José Agudo Agudo:
[Hablar mal de los demás, blasfemar,
criticar e injuriar a nuestro prójimo es parecido a lo que hace una señora que
se levanta por la mañana, llena un cubo de agua y se pone a regar su puerta.].
La
pregunta que les propongo es:
-
Una vez que ha regado su puerta… ¿Podrá recoger el agua de nuevo y llenar el
cubo?
Pues
lo mismo ocurre cuando hablamos mal, criticamos o injuriamos a los demás.
Por
eso Jesús decía:
-
Lo que entra por la boca del hombre no
le hace impuro; al contrario, lo que hace al hombre impuro es lo que sale por
su boca. Tras
de ti, Señor, van penitentes con la cruz al hombro y siguen la senda de la
sangre que brota de tu costado. Te siguen a tu paso pegado, pero también hay
penitentes que no van detrás del paso.
¿Acaso no es penitente quien guarda cama
junto a aquel que ya no tiene fuerzas ni para fijarse en tu mirada? ¿Acaso no es penitente quién la salud te
reclama? O… ¿No es penitencia el
marchar lejos de tu vera, para buscar el pan que llevar a su mesa?
Ya
de vuelta, cuando la “Vera Cruz”
vuelve a su Iglesia”, un golpe de llamador corta el viento y, en plegaria, una
voz grita:
¡ESCUCHA,
CRISTO, MI ALABANZA, QUE LA FE EN TI ES MI ULTIMA ESPERANZA!
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