Colaboración de Paco Pérez
Dios escoge a la persona para desarrollar
labores de condición única y compleja, diseñadas por Él, para después
mostrarlas a quienes no lo conocen. Para cumplir este cometido el “escogido” por Él tiene que estar muy
convencido de lo que le pide cuando le habla a diario, escuchar con atención y
estar siempre dispuesto y preparado para
llevar el consuelo a quienes estén hundidos; a cargar sobre él las injusticias
de quienes lo ofenden… Podrá hacerlo si está convencido de que el Señor le
ayudará y que no sentirá el dolor del sufrimiento que le hagan padecer.
Para desempeñar esta labor tendrá que
endurecerse y resistir, sólo lo logran quienes saben que así no lo defraudan.
Todo “elegido”
deberá: ESCUCHAR la palabra de Dios,
SUFRIR las consecuencias derivadas
de su labor con naturalidad y tener CONFIANZA
total en Él.
Todos los hombres no aceptan la llamada, están
demasiado comprometidos con lo fatuidad de la vida y no quieren comprender que
la materialidad no da categoría a la persona, la da el comportamiento que
tenemos con quienes nos rodean. Cristo nos enseñó el camino… ¿No lo conocemos o es que no deseamos
transitar por él?
Él fue el más grande de los hombres pero no quiso
vivir según esa condición, se hizo el más humilde de los humanos y murió por
los demás. El Padre valoró ese proceder, lo colocó en lo más alto y lo hizo:[ Nombre-sobre-todo-nombre].
Antes de que ocurrieran los hechos finales de
su vida se reunió con sus “elegidos”
para despedirse y darles las enseñanzas finales y definitivas porque Él sabía
que ellos no estaban preparados, de manera total, para poner en marcha el
proyecto de “elegido”. Opino así
porque sus preocupaciones y actuaciones eran las normales de todo hombre: Quién ocuparía la primacía entre ellos, lo
traiciona Judas, Pedro lo niega, después de su muerte tienen miedo y se
esconden…
Cuando les habló en la “Última Cena” les enseñó las cosas que aprenderían después, las que
en aquel momento eran para ellos incomprensibles. Para facilitarles su
comprensión les recordó que cuando habían viajado solos, en su nombre, allá
donde entraron fueron acogidos y no tuvieron necesidades pero les anuncia que después,
cuando Él se marche, las cosas cambiarán para ellos y ya nada será igual por lo
que tendrán que ir prevenidos cuando viajen porque no serán tratados igual, caerán en
desgracia.
Les habla de la Importancia de la “oración” para vencer las “tentaciones” que la vida les presentará
a diario y con el ejemplo les enseñó cómo hacerla, se arrodillaba aunque no era la costumbre en aquellos lugares.
En el “huerto
de los olivos” quedó palpable la huella de sus mensajes, mientras Él oraba y sufría ellos dormían.
Los acontecimientos que se presentaron
después, mientras estaban allí, fueron confirmando sus anuncios y más adelante
no fueron una siembra estéril sino fructífera.
Su detención, encarcelamiento, ofensas recibidas,
juicio injusto, maltrato, sentencia a muerte y ejecución fueron las pruebas de
los hechos que les anunció y que ocurren a diario en toda sociedad, de antes y de
ahora. A Él le ocurrió porque entonces también se confabulaban los poderes fácticos para defenderse de
quienes ellos consideraban, de manera egoísta, que amenazaban el sistema con el
que triunfaban, si el pueblo sufría no era su problema. En el caso de Jesús el poder religioso, el político y el pueblo descontento, por todo y con todos, ocasionaron su final en
la Cruz.
En Jesús se cumplió la realidad de la vida,
la Justicia humana no fue tal porque
se equivocó e hizo sufrir al “justo”
y Éste, como era quien era, perdonó a quienes lo maltrataron.
Al verlo en la Cruz, las reacciones fueron
dispares:
1.- Lo abandonan.
2.- Un ladrón lo increpa y no lo comprende.
3.- El otro, al estar en la misma situación,
lo comprende y le es fiel.
4.- Personas justas y fieles no lo abandonaron,
José de Arimatea y las mujeres gestionaron la autorización
para enterrarlo, lo descendieron, lo trasladaron a su enterramiento, lo prepararon
y le dieron sepultura.
Los Apóstoles
actuaban arrastrados por Él y su ejemplo de vida pero, durante los años de
predicación, no comprendieron la profundidad de su mensaje y tuvo que morir y
resucitar para que entonces entendieran la esencia: [La cristiandad debe centrar su acción en “compartir”.].
Al principio funcionaron en esa línea guiados
por la interpretación errónea de las palabras de Jesús, creyeron que su segunda
venida estaba cerca, detrás de la esquina, de ahí que ese espíritu inicial se
diluyera en poco tiempo.
¿Qué nos ha quedado?
Que cada uno piense y reflexione sobre su
realidad cristiana y que procure no hacer trampas en el solitario.
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