Colaboración de Paco Pérez
COMO BUEN PADRE, AYUDA A LOS MÁS DESFAVORECIDOS
Partiendo
del hecho real de que quienes más sufren en la vida son los pobres pues,
siguiendo ese razonamiento lógico, tendremos que sentenciar: Dios ama a sus hijos y por eso no puede
desear que haya POBRES.
Jesús, siguiendo
esa línea del Padre, siempre mostró una
gran preocupación por sus hermanos.
Los
hombres somos tan brutos que siempre intentamos buscar culpables para los males
que nos sobrevienen y algunos son tan atrevidos que achacan a Dios sus problemas. En otra posición están
los que aconsejan tener paciencia y resignación para no desagradarle y esperar la llegada de mejores momentos.
Debemos
pensar que Dios no puede desear que
unos hombres sean cada vez más pobres
y otros cada vez más ricos porque de
ser ciertos esos planteamientos Él
sería el distribuidor de la riqueza y, consecuentemente, sería un mal Padre, algo que no puede aceptar una
mente normal y sencilla.
Lo
que sí es una realidad es que el exceso de dinero que los RICOS acumulan es
porque le falta a los POBRES y razonando mínimamente podemos llegar a la
conclusión de que los causantes de ese desnivel son el EGOISMO y el AFÁN de
poseer que tienen algunos hombres.
Él no es
responsable de que los hombres hayan establecido este desnivel económico,
debemos reconocer que nosotros somos los verdaderos causantes de este
sufrimiento y que unos tendrán más responsabilidad que otros por ocasionar
estas realidades. Es lamentable que muchos aceptemos lo que ocurre mientras
presenciamos el espectáculo y, por miedo o comodidad, no nos manifestemos públicamente
en contra.
Estos
planteamientos sirven a nivel personal y a nivel de naciones cuando arruinamos
las economías personales y de los países subdesarrollados, luego nos quejamos
de que vienen a nuestros pueblos a buscar un futuro mejor… ¿No sería más razonable que los países ricos
les ayudaran a desarrollar sus economías domésticas?
Si
lo hicieran así… ¿Quiénes iban a correr
la aventura de viajar hasta otros pueblos lejanos si saben que pueden morir en
el intento?
Creo
que se quedarían allí porque la cultura
propia, la familia, los amigos, su casa… Estos elementos son los que nos
hacen felices y la desesperación y la
hambruna quienes nos empujan a emprender aventuras con final incierto.
Cuando
unos padres tienen a uno de sus hijos enfermo o necesitado pues le prestan unos
cuidados especiales, sus problemas los llevan a comportarse así con él. Si
aceptamos que Dios es nuestro Padre y que nosotros somos sus hijos… ¿Le vamos a cuestionar que esté más cerca de
quienes menos tienen y más sufren?
Por
estos razonamientos debemos recordar que Jesús
nos dejó claro que debemos AMAR a
Dios y al prójimo como a nosotros mismos. Si mi prójimo
es el que sufre y yo no me preocupo de ayudarle pues deberé reconocer que no lo
amo y que no soy un buen cristiano.
Si
queremos construir un mundo mejor para todos lo primero que deberemos hacer será
erradicar la pobreza y eso sólo se alcanzará rompiendo con la ambición de tener
cada vez más y siendo solidarios con los más pobres.
La caridad cristiana que consiste en ayudar dando un poco de lo que nos sobra no
consigue otro resultado que tranquilizar las conciencias de quienes, en mayor o
menor cantidad, somos culpables de las diferencias sociales.
A
pesar de estas realidades hay que reconocer una verdad: Los que no tienen posesiones
y nadan en la escasez siguen al Señor,
confían en su bondad, nunca pierden la esperanza, cumplen sus mandamientos, viven con humildad, practican la justicia, no
mienten… Actúan así porque no temen que se presente ante ellos, saben que entonces
serán comprendidos y atendidos en sus necesidades.
En
cambio, los que están sobrados de todo, se sienten fuertes porque consideran
que ellos se han labrado lo que poseen y por ello consideran que no deben agradecer
nada al hacedor de todo, Dios.
Él, para
alcanzar sus objetivos, no necesita de los sabios y de los poderes terrenales
pues a Él le basta con la gente
humilde del pueblo, ya lo consiguió con los pescadores, carpinteros,
agricultores… ¿A qué personas escogió
Jesús para que fueran testigos de su predicación y continuaran con su labor después?
REFLEXIONES
1.-
Jesús no necesitó el púlpito o el ambón para predicar, le bastó una barca o una pequeña elevación del terreno. A
esos lugares incómodos acudían por millares, ahora acuden pocos… ¿Por qué?
2.-
La riqueza del pobre es saber que tiene a Dios
de su parte cuando camina y la pobreza del rico es saber que Él no puede
aprobar sus acciones incorrectas.
3.-
Aceptar las contrariedades con naturalidad nos permitirá soportarlas de manera
digna, culpar a Dios de ellas es no
conocerlo y una injusticia.
4.-
Nuestros comportamientos, si son sencillos, consiguen que los hombres nos
aprecien sinceramente.
5.-
Quienes no se atreven a denunciar las injusticias no luchan por el Reino, no
trabajan por la Paz y así el futuro de la humanidad seguirá siendo incierto.
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