Colaboración de Paco Pérez
¿QUÉ ME PASA DOCTOR?
En
más de una ocasión, dependiendo de la hora, íbamos pocas personas y cuando eso
ocurría pues al estar sentados muy juntos las conversaciones se animaban y
propiciaban que todos participáramos hasta el punto de que algunas veces
surgían anécdotas muy curiosas. Un día salió el tema de la medicina y se
contaron cosas curiosas, animada por el ambiente de risas que se montó, una
paisana llamada Josefa se acordó de
un hecho que le pasó hacía muchos años y nos lo relató.
Todos
sabemos que en el pasado, muchos villargordeños se marchaban al extranjero para
trabajar y así poder traer a sus familias un dinero que en aquellos años era
muy complicado conseguir. Hubo quienes estuvieron trabajando fuera durante
bastantes años y lograron ganar un buen dinero, regresaron cuando les llegó la
jubilación y vivieron cómodamente. Otros, la mayoría, cruzaban la frontera con Francia para estar en ese país un
periodo de tiempo corto, mientras duraba la vendimia o la de los frutales.
Francisco se marchó un
año a la vendimia y su esposa se quedó en Villargordo cuidando de los niños.
Dos
días después de irse Francisco, a su
esposa comenzó a llorarle de manera permanente uno de sus ojos, esperó al día
siguiente para ver si aquello pasaba y viendo que no cesaba el lloriqueo
decidió ir al Centro de Salud del
pueblo, entonces estaba en el edificio del Ayuntamiento
y teníamos de doctor a D. Ramiro
Aguilera Tejero, el hijo. Una vez en la consulta le preguntó:
-
¿Qué le pasa Josefa?
–
No lo sé D. Ramiro, esa es la
verdad. Lo único que sé es que Francisco
se marchó hace unos días a Francia pero yo, aunque estoy sola, me noto muy tranquila
y que me encuentro muy a gusto en la casa con mis hijos.
-
¿Entonces por qué te llora tanto el ojo?
–
Eso quisiera saber yo, D. Ramiro,
porque por haberse ido Francisco sé
que no es. Sólo sé que, desde ayer, me empezó a llorar este ojo sin parar y, la
verdad, yo no tengo ni una gota de pena D.
Ramiro… ¿Me puede usted decir qué le pasa a este ojo para que me llore
tanto? ¡¡¡Me tiene el ojo ya hasta el moño de tanto limpiarme!!!
–
Abre el ojo que te lo mire.
Después
de explorárselo le dijo:
-
¡¡¡Ya he descubierto lo que te pasa!!!
-
¿Qué tengo?
–
Un pequeñísimo cristal, menos mal que has venido porque de no hacerlo te
hubiera ocasionado una herida grave.
–
¡¡¡Ya sabía yo que mis lágrimas no eran
de pena por Francisco!!!
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